miércoles, 14 de enero de 2009

Natacha


Sale el sol. Natacha se despereza en la cama y con lentitud se levanta, se dirige hacia el baño y se mira en el espejo; ya no se extraña de que su tez sea tan blanca, casi transparente. Le toma mucho tiempo asearse y vestirse, pero en realidad no tiene gran cosa por hacer durante el día. Al llegar a la cocina nota con sorpresa que hoy es un día diferente, su hermana la felicita, está preparando una torta, su torta: es su cumpleaños.

Con movimientos lentos, Natacha comienza a desempeñar las sencillas tareas que le corresponden dentro del hogar: doblar las servilletas para colocarlas en un bonito servilletero, único adorno que ostenta la mesa del comedor, llenar las vasijas de agua, regar las plantas que decoran el interior de la vivienda.

Le gustaba mucho más su casa, años antes, cuando vivían sus padres y sus hermanas no se habían casado, ya que siendo la menor de ocho hermanos era la más querida, ahora en cambio sólo quedaban en la casa ella, una de sus hermanas y el único varón del matrimonio; y a veces la soledad se le hacía insoportable.

Terminadas las labores, Natacha acostumbra pasearse por un pequeño jardín de la casa; le gusta ese lugar, lleno de plantas con sus verdes y su infinito colorido, es un mundo aparte donde se escucha el silencio y el rumor del aire cálido y se combinan olores: algunos suaves, otros extrañamente penetrantes. Es su lugar, podría pasar horas enteras allí, quedarse extasiada ante cualquier cosa que atrape su atención, o disfrutar del sólo hecho de estar, y contemplar la débil sombra de sus plantas preferidas proyectada sobre el piso; algunos árboles no permiten el paso directo de los rayos de luz al jardín, no en demasía, lo cual hace que el lugar sea perfecto.

De nuevo sopla el viento y, esta vez, lo siente mover sus cabellos con delicadeza.

-Natacha-

Escucha a lo lejos la voz de su hermana que la llama, deberá cuidar el pastel mientras se cuece. A un lado hay un gran espejo, se observa: frágil, aunque es gruesa, cabellos muy negros, lisos, que caen sobre sus hombros y rostro fino, en extremo blanco donde destacan sus ojos negros también, algo achinados ... que la delatan. Trata de entrar en ese otro mundo ocupado más allá de la imagen que ve, hay cosas que se parecen a ella: inaccesibles. Ese otro mundo detrás del espejo, el mundo mágico y mudo de las plantas, pero más delicados y frágiles ambos...y ella. Están aquí pero no forman parte, es no pertenecer a nada.

Pasa el tiempo, ¿Cuánto tiempo? ¿Qué es el tiempo? ¿Acaso existe?

LLegan algunos amigos de la família, y también, qué alegría, sus hermanas quienes la felicitan mientras Natacha sonríe con timidez e ingenuidad, es la niña eterna, está feliz y ¿Cómo no estarlo?

La casa está llena de gente pero Natacha está sola, abre sus regalos, todos le gustan y su mirada lo expresa.

Cantan cumpleaños, hay risas, alegrías, pero surge la pregunta indebida, la sin intención: -¿Cuántos años cumples Natacha?- Pregunta una acompañante de una amiga de la familia.

Natacha lo piensa, en realidad no lo sabe.

Una de sus hermanas rápidamente contesta -Cumple veintidos- A lo cual añade la invitada -Lástima que sea así, es casi hermosa -.

La hermana se apresura a responder otra vez: -No es una lástima, es nuestro orgullo y alegría, su mentalidad siempre será la de una niña, hay que cuidarla toda la vida y tratarla con cariño y amor, lo cual hace que seamos un poco más conscientes de nuestras debilidades y en cierta forma un poco más humanos.

Natacha observa, escucha, ¿Pero lo hace? ¿Acaso es posible que las palabras lleguen a ella? ¿Acaso es possible sacarla de su encierro?

Llega la noche, Natacha se duerme, el tiempo continuará transcurriendo igual, mientras ella aguarda el día en que alguien quiera ver cómo es realmente, quiera escuchar lo que a nadie ha dicho ni podrá decir con palabras, sino sólo hacer sentir a quien sea capaz de percibir, de ver un poco más allá de lo aparente.

Tal vez alguien quiera entrar en su mundo o ayudarla a salir, ya que sola no se atreve, aunque puede sentir débilmente que son muchas las cosas hermosas afuera y que debe ser agradable descubrirlas. Pero también es posible que ese día tan anhelado jamás llegue y sin embargo, Natacha continúa esperando.


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